miércoles, 15 de enero de 2014

La abeja que restauraba esculturas




El amigo MAD me envía el dato sobre Aganetha Dick, una artista canadiense que se dedica, entre otras cosas, a la APIESCULTURA. No es un typo, aunque sí un neologismo: Aganetha aclara expresamente que no sabe nada de apicultura, y sólo está interesada en las abejas en cuanto a sus patrones de comunicación, su comportamiento, su importancia relativa dentro de un marco de investigación sobre lo que ella llama "el poder de lo pequeño", y especialmente, sus habilidades artísticas.


Es que Agnetha está embarcada en un proyecto de arte colaborativo con las abejas. Con la ayuda de un apicultor real, cada tanto va y deja objetos dentro de una colmena. Al retirarlos después de un tiempo, los objetos aparecen transformados, recauchutados, "intervenidos", diríamos, con panales de pura hechura apícola que les dan un aspecto que va de lo lírico a lo inquietante.

 

Agnetha comenta que selecciona objetos deteriorados o gastados, ya que a las abejas -meticulosas e incansables como son- les encanta reparar y enmendar. Como estímulo para el trabajo, manda un cachito de propóleo o miel. Del resto se ocupa el OCD abejil.


Los resultados son sorprendentes. En algunos objetos, el tejido hexagonal completa un tul o un brocado; en otros sugiere el ectoplasma de un vínculo metafísico, como el que une a dos amantes en un beso; en otros adopta la disciplina espacial de una herrumbre progresiva; los más ominosos evocan imágenes cinematográficas de terror clase B, donde aparecen cuerpos invadidos por criaturas informes, o tal vez semihundidos en el capullo de algún xenomorfo de inspiración Gigeriana.



Aganetha también trabaja con biólogos y esta veta artística es una expresión de su interés por la comunicación inter-especies. También se pregunta cómo sería un mundo sin abejas, algo que confieso nunca se me ocurrió cuestionarme, tal vez porque mi reacción primaria cuando veo una abeja es la de poner entre nosotros la mayor distancia posible en el menor tiempo posible. Patético, estoy al tanto.


Via | The Jealous Curator

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