martes, 30 de octubre de 2012

De vaqueros y gauchos


El otro día estábamos con Santi 12.0 mirando Un tiro en la noche (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962) por Netflix. Es un viejo western dirigido por John Ford que une a varias leyendas del cine como John Wayne, James Stewart y Lee Marvin; este último perfecto en el papel del villano acompañado por un todavía muy secundario Lee Van Cleef.

Stewart interpreta a un abogado citadino que intenta llevar un poco de ley y orden a un pueblo donde no hay ninguna. Lee Marvin es Liberty Valance, un bandido que hace y deshace a su antojo frente a un sheriff glotón y timorato que se esconde cada vez que aparece. La única resistencia la opone el ganadero Tom Doniphon (John Wayne), el hombre fuerte del pueblo, en quien todos pueden confiar y de quien todos pueden depender, y que además es un experto tirador y uno de los pocos capaces de hacer recular a Valance.

Pero Doniphon no es un héroe perfecto. Es un cínico formado en el pragmatismo. Descree del idealismo del abogado Stewart, y desprecia tanto su negativa a usar armas como su pasividad ante la agresión constante del bandido Valance. Pero lo que le resulta especialmente incomprensible es la  insistencia de Stewart en llevar al criminal ante la justicia en lugar de tomar las riendas del asunto y ubicar una bala en el lugar correcto ante la próxima provocación.

La película empieza muchos años después en el mismo pueblo, cuando del tren desciende un Stewart bastante más viejo y convertido ya en un famoso senador nacional. Los viejos amigos y los nuevos habitantes lo reciben con algarabía y el flamante periódico del pueblo quiere entrevistar al hijo pródigo, pero Stewart declina los compromisos e informa que sólo vino a presentar los respetos a un conocido que acaba de fallecer: Tom Doniphon.

"¿Quién?", preguntan algunos. En el pueblo nadie parece conocer o recordar al viejo ganadero y no se explican por qué Stewart podría tener algún interés en un desconocido muerto. De hecho, el humilde cajón está solo en la morgue acompañado de un par de personas. La historia del ascenso de Stewart y la caída de Tom Doniphon tiene un reflejo en un brillante "gag" cuando el senador se topa con la misma diligencia que lo había traído hace tanto tiempo, ya polvorienta y en desuso con la masividad moderna del tren. Uno de los temas de la película es el reemplazo de los viejos órdenes por órdenes nuevos, y quiénes ganan y pierden en el recambio (*)

Pero me adelanto. Mientras miraba esta parte inicial del relato enmarcado y antes de que comenzara el largo flashback que compone la historia principal, sentí ese picor típico del "dejá vu". Algo evidentemente me estaba resultando familiar, aunque no tan fuerte como para identificarlo con escenas, personajes o situaciones concretas. Tenía que buscar a nivel subtexto o evocativo.

Unos días más tarde el recuerdo hizo clic. Ese inicio me había traído a la memoria no otra película, sino un libro: Sebastian's Pride, de Susan Wilkinson, que narra la historia de una familia de inmigrantes ingleses en la Argentina de fines del s. XIX. Es una novela apasionante (se tradujo al castellano como "Don Sebastián"), y es una verdadera lástima que sea tan poco conocida.

Todo comienza con el hallazgo del cadáver de un gaucho en medio de la pampa. El cuerpo está en estado  avanzado estado de putrefacción y las autoridades sólo logran identificarlo gracias a las iniciales del facón y el muñón que en algún momento daba lugar a una mano.

La familia de Sebastian Hamilton llega de Inglaterra para identificar el cadáver, pero no hay muchos gestos de condolencias o lamentos. Entre los deudos se siente más bien fastidio, rencor y alivio. El muerto no era aparentemente alguien muy querido, pero sí algo más que un simple gaucho muerto en la imensidad de la llanura. Hubo un tiempo en que el nombre de Sebastian Hamilton inspiraba respeto y temor.

El resto de la narrativa se centra en la llegada del joven Sebastian a la Argentina junto a su familia y su progresiva conversión en una criatura de estos pagos. Sebastian tiene un carácter volcánico y una capacidad de odio que se complementan perfectamente con su tenacidad implacable. Inmediatamente demuestra interés por la vida del gaucho, ese beduino de la pampa húmeda que se rige por códigos primarios, eficientes y muchas veces salvajes. Sebastian admira los rasgos arquetípicos del gaucho, como la sed de libertad y la irreductibilidad; con la misma fuerza desprecia a su propia familia, a quien ve débil y encorsetada en formalidades banales. El hermano médico, un inglés sensible y sensato, no puede explicar ni explicarse la fascinación que siente Sebastian por esta tierra y su gente, o su desdén hacia cualquier ley que no sea la del caballo, la palabra y el cuchillo; mucho menos su decisión de dejar Buenos Aires para embarcarse en un largo viaje en carreta con su esposa nativa y levantar una estancia en medio de la nada.

Sebastian's Pride es una épica multi-generacional que me recuerda a las de Isabel Allende, excepto que el realismo de Wilkinson no tiene una sola pizca de magia. El protagonista es de por sí un personaje difícil, imposiblemente terco y hasta cruel, y las circunstancias que atraviesa son descritas con igual ferocidad: desde el duelo de facón donde Sebastian entrega su mano a cambio de ser reconocido como un gaucho de alma, si no de sangre, hasta las escenas de horror donde despacha carretas de cadáveres junto a su hermano en una Buenos Aires devastada por la fiebre amarilla.

Tom Doniphon y Sebastian Hamilton comparten una vida de fama y poder, aunque con características distintas. Ambos, sin embargo, empiezan sus respectivas historias ya fallecidos tras una larga vejez en soledad, y con poca gente para llorarlos. En ambas historias de vida pueden identificarse tal vez varios factores en común que precipitan la caída - orgullo, hubris, etc., ejemplos de aquella hamartia aristotélica.

Pero hay un trasfondo común e impersonal en la desaparición del vaquero y del gaucho a medida que el progreso (la llegada de la ley al pueblo en Un tiro en la noche; el crecimiento de una Buenos Aires cosmopolita y el desarrollo de la República en Sebastian's Pride) les va dejando menos margen de acción, los reprime directamente, o los convierte en figuras irrelevantes. El vaquero de John Wayne y el gaucho creado por la pluma de Wilkinson son un paralelo de sus roles más amplios. No tienen un fin espectacular ni heroico, a los tiros o cuchillazos: simplemente mueren en algún punto indeterminado, mucho después de morir en la memoria o el interés de los que los conocieron. Así también la modernidad avanza dictando nuevas normas tácitas y de a poco se disuelven y mutan todas las cosas y los hombres.

(*) Uno de los temas desarrollados con gran impacto por James Clavell en su inolvidable novela King Rat.


sábado, 27 de octubre de 2012

Dos citas de Lee Marvin


Con Santi 12.0 estamos explorando la selección de westerns que ofrece Netflix. La última película que vimos fue una de la que hablaré en otro post más extensamente. Uno de los protagonistas era Lee Marvin: estuvo fantástico. La actuación, y sobre todo una voz de asfalto, al servicio de un personaje memorable.

No soy gran conocedor de su carrera fuera de Doce del Patíbulo (The Dirty Dozen, 1967), así que busco en ImDB y descubro una vida interesante. De joven fue expulsado de docenas de escuelas por su mal comportamiento. En la Segunda Guerra fue francotirador con los US Marines en el Pacífico. Una ráfaga japonesa le dio en el trasero y le cortó el nervio ciático. Fue enviado de vuelta a casa, pero la experiencia (la de la guerra, no el tiro en las nalgas) lo marcó de por vida y determinó su orientación al pacifismo. Al mismo tiempo puede haber alimentado su afición al alcohol y su condición de "duro" que - dicen - era genuina y no pura fama.

ImDB incluye una selección de algunas de sus frases, muchas de ellas sobre violencia, sociedad y por supuesto cine, todas ellas muy perceptivas. Elijo dos.

"¡Ah, el estrellato! Le ponen tu nombre a una estrella en la acera de Hollywood Boulevard, y vas a verla y la encuentras cubierta con una pila de caca de perro. Eso te dice todo lo que necesitas saber, querido."

"La enfermedad está en la audiencia; el cineasta sólo refleja el clima de la sociedad. No haces películas para cambiar a una nación; haces películas que sean históricamente fieles a su tiempo. Eso es lo que las hace relevantes y comerciales. Si la audiencia responde, bueno, ya sabes dónde está la enfermedad. La violencia criminal siempre atrae a multitudes, aunque la gente tenga miedo de admitirlo. Cuanto mayor es la audiencia, mayor es la provocación; y cuanto mayor es la provocación mayor es la ira del espectador, hasta que llega el punto en que se vuelve parte del descontrol. El ciclo de películas sobre crimen que vemos hoy te ofrece una forma indirecta de participar de la ola criminal sin cometer un crimen tú mismo. Esa sensación está latente en cada uno de nosotros. Todos quieren ajustarle las cuentas a alguien. Y esto debido a la ola de disturbios, la desconfianza general, los asesinatos y la falta de una respuesta socialmente aceptable. Así que vas a ver todo esto al cine".


viernes, 26 de octubre de 2012

La alegría de la tranquilidad



A fines del año pasado, el New York Times publicó una columna titulada "The Joy of Quiet" en la que el escritor y ensayista Pico Iyer reflexionaba sobre un mal de nuestro tiempo: la fobia a los espacios de serenidad y quietud... o simplemente a esa situación rara y a veces angustiante de no tener nada para hacer. Iyer incluía también algunas de sus tácticas personales para evitar caer en esa corriente de ansiedad que parece arrastrarnos a todos y hacernos más infelices en el proceso.

Sentí una gran identificación con el artículo y por eso decidí traducirlo. El resultado, a continuación: la única libertad que me tomé fue la inclusión de hipervínculos en caso de que alguien decida profundizar sobre algunos de los conceptos o personalidades mencionadas.


martes, 23 de octubre de 2012

La primera responsabilidad



Reflexiones sobre Una sociedad que no cuida a sus hijos, artículo de Fernanda Sández publicado hoy en La Nación.

Me gustó esta columna por lo dura, por la cantidad de verdades incómodas que pone sobre la mesa sin rodeos aunque sean obvias, por el lenguaje llano y directo. El tema es la desprotección infantil, pero no se queda sólo en denuncias externas. Va también al rol fundamental que juegan los padres, incluidos los trucos / autoengaños a los que recurren para no jugarlo. Y eso yo lo entiendo como punto de partida y consecuencia a la vez de una disfunción social: un orden ficticio e impracticable que exige tanto como limita; un "loop" de conductas y neurosis hereditarias.

Pero es que nuestra sociedad/cultura de hoy no ha evolucionado teniendo en cuenta a niños ni ancianos. "No Country for Old or Very Young Men". El sector adolescente está más atendido, pero sólo en apariencia: importa en tanto y en cuanto consuma productos o ideologías, que por supuesto son una misma cosa. No en vano veo una presión clara hacia una adolescencia arquetípica que se ejerce, a través de gustos y lenguaje seleccionado, tanto sobre adultos como sobre niños; el uno gana SMS gratis en su celular si llama a futuros clientes en el Día del Amigo, el otro debe tironearle de la manga al padre para tener su teléfono de la promoción Mi Primer Claro.

Para cuando el niño se ha transformado en un pequeño demonio de Tasmania que sólo piensa en su próximo "high" consumista -el próximo juego, Serenito, paquete de Club Penguin o video de Youtube-  ya hay un daño hecho. Pero primero tuvo que pasar por los padres, por lo menos aquellos que han aceptado a pies juntillas nociones externas (o peor, diseñadas) de normalidad sin mirar al niño y su desarrollo. La ausencia de una dirección paterna tiende a derivar en todo tipo de calamidades que se dan la mano, yendo de lo anecdótico a lo trágico con una velocidad escalofriante: no puedo olvidar a los bebés "guardados" en los baños de República de Cromañón.

Pero hay más. La crianza de un ser humano es la actividad más importante que uno puede encarar, pero demanda energías acordes. Pienso que no tener esto en claro de antemano es una receta para el sufrimiento de las partes involucradas. Tendría que funcionar como recordatorio no sólo de las prioridades que deben reorganizarse, sino de la tolerancia hacia las propias flaquezas. Estamos inmersos, al fin y al cabo, en una cultura/sociedad que reacciona cada vez con más violencia hacia cualquier noción de sacrificio, aunque sea mínimo. Me es difícil disociar esto de la tendencia a la búsqueda de soluciones instantáneas ante cualquier incomodidad, sea física o psicológica. Los tiempos naturales no son estos. Tal vez estas tendencias sean efectos secundarios negativos de la civilización, del delivery y del control remoto, que terminan transformándose en expectativas condicionadas. Pero si tenemos una sola oportunidad para observarnos, para practicar el estoicismo y la justipreciación de lo que es realmente importante, apliquémosla a observar y guiar a nuestros niños, y acomodemos nuestras conductas, hábitos y actividades en consecuencia; no al revés. Ellos son los primeros inocentes, los depositarios de nuestra historia, y al fin y al cabo no nos pidieron venir al mundo. 


miércoles, 17 de octubre de 2012

Origen de las palabras - hoy: Spam



El spam es uno de las molestias crónicas de nuestra era moderna. Moscas virtuales, podríamos decir, en el sentido de que es más incordiante que peligroso (conviene no confundirlo con otras prácticas como el phishing, que es ciertamente un peligro). Es, también, uno de los tantos anglicismos que de la mano de la tecnología se han colado en prácticamente todos los idiomas.

Pero ¿cuál es el origen del término "spam" en inglés? El rastreo nos lleva, como de costumbre, a lugares insospechados.

Todo empieza en 1937 cuando la compañía estadounidense Hormel Foods Corporation lanza al mercado una nueva marca para su producto estrella, la carne precocida en lata, que a partir de ese momento pasa a llamarse SPAM. Hay distintas versiones dando vueltas sobre el origen de la marca, pero no hallé ninguna verificada. Según la más convincente, en mi opinión, SPAM sería un portmanteau de "Spiced Ham" (jamón condimentado).

Si no me equivoco, la versión local se conoce como "viandada"
El producto fue todo un éxito y tuvo especial protagonismo entre las tropas aliadas durante la 2da Guerra Mundial, sobre todo aquellos estacionados en sitios donde hacer llegar carne fresca presentaba un problema logístico, como las islas del sudeste asiático. Es así como las super prácticas latas de SPAM comenzaron a hacerse ubicuas en desayunos, almuerzos y cenas de los soldados, a tal punto que comenzaron a recibir otros nombres jocosos como "SPecial Army Meat".

El SPAM continuó su carrera ascendente y se extendió por buena parte del mundo conocido. Para los años 60, ya no era necesario contar con un abrelatas para disfrutar de la carne SPAM, ya que la Hormel incluyó en sus latas el sistema de anillo de apertura que fuera patentado en 1956 y cuyos descendientes podemos ver hoy en cualquier lata de gaseosa.

Mientras tanto, en Inglaterra, un grupo de seis jóvenes se unía para formar un grupo de comedia vanguardista que pasaría a la historia como los Monty Python. En particular, Monty Python's Flying Circus, la serie de 45 episodios que la BBC emitió entre 1969 y 1974, contribuiría a que los miembros del clan comenzaran "a ocupar una posición institucional en el edificio de esa misma cultura popular británica que tanto se habían divertido tratando de demoler", según dice el autor George Perry en su libro Life with Python.

Graham Chapman, Eric Idle, Terry Gilliam,
Terry Jones, John Cleese y Michael Palin circa 1969
Flying Circus era distinto a todo lo que había venido antes: una sucesión de sketches que alternaban o mezclaban directamente surrealismo, dadaísmo, irreverencia crónica, animaciones oníricas y sátira filosa. Se transformó en un éxito de culto que continuó en obras de teatro, álbumes, películas de cine - la más famosa por estos pagos sea quizás La Vida de Brian (Life of Brian, 1979); Eric Idle tuvo el gusto de cantar el tema final en la clausura de los últimos Juegos Olímpicos -, videojuegos, y en carreras cinematográficas. Entre estas últimas se destaca, por supuesto, la de Gilliam como director de algunos grandes éxitos de culto: Brazil (Brazil, 1985 ) y Doce Monos (Twelve Monkeys, 1995), para mencionar un par.

"Monty Python's Flying Circus",
versión ZX Spectrum, 1990
La influencia masiva de los Monty Python ha llegado a nuestros días en múltiples formas, lógicamente la mayoría de ellas más comunes y reconocidas en el mundo anglosajón. Ahí tenemos al lenguaje de programación Python, con sus variables metasintácticas spam, ham y eggs. El término Pythonesque forma parte del Oxford English Dictionary, cosa que según Terry Jones "demuestra hasta qué punto [los Monty Python] hemos fallado" en el intento de crear algo absolutamente renovador e inclasificable. Aunque la verdad, parece un poco inútil lamentarse por un mecanismo que es bastante común en tantas áreas: el mainstream de hoy era la vanguardia de ayer, y viceversa. Si nada es permanente, mucho menos lo es la novedad. Creo que pocos se atreverían a calificar al grupo inglés como un fracaso desde ningún ángulo.

¿Spam? Ah, sí. Estamos llegando. Decíamos que el humor de los Monty Python no era para todos los gustos, pero fue sin duda influyente. Uno de los sketches de Flying Circus alcanzó fama por su cuenta, y es el que nos interesa aquí. Tenía como escenario una fonda a la que llegaba (o mejor dicho, descendía) una pareja con ganas de comer algo. La propietaria les recita el menú: "huevo y panceta; huevo, salchichas y panceta; huevo y spam; huevo, panceta, salchichas y spam; spam, panceta, salchichas y spam; spam, huevo, spam, spam, panceta y spam; salchichas, spam, spam, panceta, spam, tomate y spam, ...". Por toda respuesta a la irritación de los recién llegados, que desean algo sin spam, la dueña propone alternativas que incluyen invariablemente más spam. Mientras tanto, un grupo de vikingos que ya estaban sentados en el restaurante empieza a cantar "spam spam spam spam" sin motivo aparente. Poco después se agregan un turista húngaro y un canal de noticias, que ve la crónica del día invadida por la palabra "spam".

Si todo lo anterior suena un tantín absurdo, bueno, eso es Monty Python. El video original se puede ver aquí:


El sketch alcanzó tanta popularidad que entró en la era informática de la mano de los primeros BBSs y MUDs. Limitadas a unos pocos cientos de bits por segundo, las velocidades de conexión de aquellos tiempos hacían que los espacios virtuales fueran vulnerables al flooding, es decir la repetición de caracteres -a cargo de usuarios inescrupulosos o simplemente traviesos- que terminaban inundando lentamente la pantalla de los sufridos pre-internautas que veían sus preciosos baudios gastados en "basura". Un entorno perfecto para que muchos fans de los Monty Python recordaran su sketch favorito tipeando incesantemente SPAM SPAM SPAM. Un simple gráfico en ASCII que contenga la palabra SPAM podía significar varios segundos o minutos de espera, dependiendo de la calidad de la conexión y la velocidad del módem.

El fenómeno dejó entonces de llamarse "flooding" para transformarse en "spamming". La llegada de Internet, las primeras comunidades online y especialmente la popularización de los primeros servicios de distribución masiva de mensajes, como Usenet, dejaron prácticamente sin efecto el viejo flooding/spamming de las terminales de texto, pero en el horizonte apareció una nueva criatura: la publicidad no solicitada.

Con el paso del tiempo, "spamming", "spammer" y "spam" comenzaron a referirse respectivamente a la acción de inundar foros, mensajerías u otros espacios con avisos comerciales, al agente culpable de esta inoculación (generalmente personal de marketing), y al objeto mismo que se quiere publicitar, que en forma de correos electrónicos hoy sigue saturando (y sacándonos de) nuestras casillas y contra el cual los proveedores deben ingeniárselas para elaborar filtros más y más sofisticados.

La historia de la palabra spam es en mi opinión un bello ejemplo de transferencia cultural y de evolución lingüistica. De la carne precocida de sus inicios, el término se adaptó y mutó de generalidad a particularidad, de designar acción u objeto según el ámbito y la época, y está hoy entre nosotros tan incorporado como si hubiera pertenecido al idioma desde el principio (y después de conocer la historia, convengamos en que "correo no deseado" es una expresión muy civilizada pero también más limitada y menos evocativa). Así mirada, la palabra "spam" ha cumplido con su meta-objetivo de hacerse ubicua en el tiempo y el espacio, como celebraban los vikingos de los Monty Python.


lunes, 15 de octubre de 2012

Estar sentado: ¿una actividad letal?


Cada vez más sofisticadas y cómodas,
pero ¿son una trampa mortal?

Después de dos semanas enteras en modo crunch, con plazos cortos y enormes cantidades de trabajo, es normal esperar una cierta fatiga mental.

Pero está también la otra fatiga, que es la corporal. En mi caso, pasar largas horas ininterrumpidas sentado frente a la pantalla, plazos de entrega o no, me deja algo más que un dolor de espalda. Es un cansancio profundo, acompañado de debilidad y agotamiento, y tarda varios días en ceder.

El artículo que elijo hoy para destacar apareció el año pasado en la versión digital del New York Times. El autor es un tal James Vlahos, que colabora con columnas para Popular Science y Popular Mechanics. Me pareció uno de los mejores que he leído sobre el tema del sedentarismo porque aborda un concepto básico (el ejercicio es necesario), pero con aristas nuevas y sorprendentes. La contundencia de los estudios del Dr. James Levine me produjo un impacto inmediato porque pude conectar los resultados con observaciones personales a lo largo de los años.

Un poco tangencialmente, pero el artículo también toca el tema siempre intrigante de la auto-percepción. Los resultados del dispositivo que diseñó Levine pueden ser shockeantes, como todo lo que amenaza sacudir nuestra percepción de normalidad. Pero la sobriedad siempre es bienvenida.

Haciendo clic en "Más Información" abajo se muestra una traducción propia del artículo original, de lectura muy recomendada.


Via | The New York Times


miércoles, 10 de octubre de 2012

Cumple retro para el Sr. Glass


Recuerdo cuando la Antigua Casa América todavía adornaba la Avenida de Mayo.

Tras la vidriera descansaba una colección de instrumentos sorprendentes; adentro el ambiente era toda distinción y vendedores al acecho, pero respetuosos. Por eso me resultaba tan extraño el contraste del videoclub que -quizás por la crisis financiera que eventualmente apuraría el cierre, o por un intento fallido de diversificación- se había instalado bien al fondo, como para no llamar mucho la atención.

Como me quedaba cerca de la oficina, era costumbre pasar los viernes después del trabajo para alquilar alguna cosa que ver con la familia durante el fin de semana. Ese día volví a casa con 7 (siete) videocasettes bajo el brazo. El spread de géneros y edades de la audiencia había abonado la costumbre de contar con una variedad adecuada de películas para cubrir todos los gustos. Uno de estos VHS cuidadosamente seleccionados y extraido de los anaqueles del videoclub que funcionara en el fondo de aquel local de la extinta Casa América era la legendaria Koyaanisqatsi, de Godfrey Reggio.

Terminé viéndola yo solo, por supuesto, y nada más ligué algunos rezongos por mi fantástica idea de alquilar un film sin diálogos, personajes o trama convencional. Pero Koyaanisqatsi valía la pena y no me defraudó. El error es considerarla un documental, porque era más una experiencia de inmersión, un trance, aún en un televisor modesto de rayos catódicos de mediados de los '80. Parábola sobre la vida moderna y la alienación progresiva de la humanidad, la película estaba llena de imágenes que perduran en la retina, como aquella famosa superposición del frenesí de un subte en hora pico con las salchichas que salen de la línea de producción de una fábrica de embutidos.

Koyaanisqatsi (que quiere decir "vida desequilibrada" en lengua nativa norteamericana) no tiene diálogos, como dije; las imágenes son esencialmente mudas, pero aún así hay mucho para escuchar. Eso es gracias a la música omnipresente de Philip Glass, el astro minimalista que hoy cumple 75 años. Esta fue su primera partitura para el cine y la que lo puso en el mapa de los cinéfilos.

Para que el tributo sea realmente retro, aquí va un cover en chiptune (música de 8 bits) del tema final de Koyaanisqatsi, compuesto por Philip Glass en una época mágica.



PD: Uno de los "guionistas" del film, Ron Fricke, tuvo la oportunidad de dirigir su propia película 10 años más tarde, la muy similar y espectacular Baraka. Esta también tuvo una banda de sonido notable, aunque a cargo de varios artistas distintos.


lunes, 8 de octubre de 2012

Waldo está en Beijing


Ghost in the Machine
Desde hace unos años, el artista chino Liu Bolin viene ampliando una serie de autorretratos en los que aparece fusionándose contra distintos escenarios urbanos. Esto le ha valido el apodo de El Hombre Invisible.

El camaleónico Bolin explica que su motivación es reflexionar sobre el ser humano y su entorno. Su serie "Escondiéndose en la ciudad" nació en 2005 cuando el gobierno chino destruyó el barrio de artistas Suo Jia Cun, donde vivía y trabajaba junto con más de 100 otros pintores, músicos, escultores y actores. Con las imágenes busca promover temas diversos como la disolución del individuo en la sociedad, la deshumanización que acompaña a los tiempos modernos y las contradicciones del discurso oficial con la realidad urbana de su país.

Tras atraer la atención de la comunidad internacional, la fama de Bolin cruzó las fronteras y en los últimos meses ha llevado su trabajo a distintas partes del mundo. A continuación, algunas de sus imágenes más logradas.
















viernes, 5 de octubre de 2012

On a clear night you can see forever

Link a la versión de 2382x2078 px: aquí
(Perdonen si deformo el título original, siempre intrigante, de la película de Barbra Streisand que no he visto. Pero se aplica perfecto para este caso por razones que se explican abajo).

La imagen de arriba -que tiene nombre: XDF, por las siglas de EXtreme Deep Field- parece ser una más de esas fotos fantásticas que cada tanto nos regala la NASA para adornar nuestros escritorios de Windows. Pero mírenla bien, porque ésta tiene un significado especial.

En primer lugar, nos muestra el punto más lejano del espacio conocido hasta hoy para la humanidad. Nunca vimos más lejos. Esta nube de bichos de luz espaciales -¿no parece que van a empezar a revolotear en cualquier momento?- está compuesta en realidad por unas 5.500 galaxias. Al telescopio espacial Hubble le llevó nada menos que 50 días (con una exposición acumulada de 23 días) hacerles justicia con la foto grupal.

Aclaremos que no es una foto normal. Es una secuela del Campo Ultraprofundo del Hubble, que circuló a mediados de la década pasada. Al igual que aquella, XDF se trata de una composición, en este caso de 2000 fotos individuales, capturadas íntegramente en un mismo pequeñito sector del espacio. ¿Cuán pequeño? Veamos la siguiente comparación a escala:

Allá lejos, bien al fondo de ese rectángulo, hay un calidoscopio de galaxias.

Las galaxias que aparecen allí son las más distantes y tenues jamás capturadas en una imagen, y algunas incluso están a más de 13 mil millones de años luz de distancia. Esto significa que tienen una edad muy cercana a la del Universo tal cual lo entiende el consenso astronómico actual.
Por supuesto que técnicamente no sabemos si esas galaxias todavía están allí, ni lo sabremos nunca. Pero eso también se aplica al Sol: si explotó, fue devorado por algún bogavante estelar o decidió tomarse vacaciones, nos enteraremos en unos 8 minutos.



Via | PetaPixel

martes, 2 de octubre de 2012

La TV de la Edad de Piedra


Pinturas rupestres en la cueva de Chauvet, Francia

En un post anterior vimos un muy ingenioso ejemplo de cómo lograr animación bastante sofisticada con medios muy primitivos. Pero ciertamente no tan primitivos como los que habrían usado algunos cavernícolas franceses hace un par decenas de miles de años, según sugiere Marc Azéma, un arqueólogo de la universidad de Toulouse–Le Mirail.

Azéma se interesó en las imágenes paleolíticas que cubren las paredes de varias cuevas de Francia, especialmente aquellas donde los animales aparecen superpuestos, encimados con varias copias de sí mismos o con miembros múltiples. Esta aparente desprolijidad puede no deberse a mera falta de espacio o mera desaprensión de parte del hombre de las cavernas. De hecho, y en línea con los descubrimientos que gradualmente nos revelan que el supuesto bruto poseía un sentido estético más que afinado, podemos estar viendo las primeras animaciones de la historia.

La noticia no me es nueva: en Cave of Forgotten Dreamsel reciente documental de Werner Herzog, el director alemán se mezclaba con un grupo de científicos (para usar un término actual, iba "incrustado") para explorar una antigua cueva del sur francés que muchos, muchos años atrás había sido el hogar de una comunidad de los primeros hombres modernos. El espectador es testigo de las charlas, los descubrimientos y -sobre todo- las conjeturas del equipo sobre el significado de aquellas fantásticas imágenes que artistas anónimos dejaron plasmadas en la roca y que resistieron el paso de los milenios con una vividez sorprendente. (Como documental, Cave tiene en mi opinión varias fallas, principalmente de ritmo. Las reflexiones libres y audaces de Herzog valen la pena, pero sigo prefiriendo su excelente Grizzly Man).

Pero si las imágenes estáticas, aunque hermosas de por sí, no aportan mucha idea de movimiento, hay que imaginarlas a la luz trémula del fuego que alumbraba la vida paleolítica subterránea. El temblor de las llamas lograría que efectivamente los animales cobraran vida en la pared, como se ilustra en este interesante video:



¿Alhajas o juguetes?


Pero el tema depara más sorpresas. Otra pista interesante para seguir comprendiendo las capacidades estéticas y artísticas de la gente del Paleolítico Superior la ofrecen unos discos pequeños hallados en el sur de Francia y que corresponderían al periodo Magdaleniense (unos 12.000 años AC).

Estos pequeños discos están construidos con materiales diversos (huesos, dientes, moluscos, etc), y adornados con grabados de animales. Como tienen un orificio en el centro, se supuso que su función era la de simple ornamentación: colgantes y medallones. Pero algunos objetos presentan características más interesantes:

"Como algunos están decorados de ambos lados con animales en distintas posiciones, nos dimos cuenta de otro tipo posible de uso, relacionado con animación secuencial", dijeron los investigadores.
Uno de los ejemplos más convincentes es un disco de hueso hallado en 1868 en Dordoña. De un lado, el disco muestra un ciervo o gamo de pie. Del otro lado, el animal yace acostado.
Azéma y Rivère descubrieron que si se pasa un hilo por el orificio central y se lo tensiona estirándolo para que el disco rote sobre su eje lateral, el resultado es que ambas imágenes se superponen en la retina.
"El animal se levanta y luego se echa en una fracción de segundo, y viceversa. En estas imágenes parpadeantes está el origen del cine" afirmaron los investigadores.



Los hombres primitivos conocían el efecto de la persistencia de la visión, y aparentemente lograron construir el primer taumatropo, tal vez el equivalente a uno de esos libritos modernos con dibujos en el margen que se animan al pasar rápidamente las páginas. Otra maravilla que nos llega de entre la bruma que cubre la madrugada de la humanidad.

Via | Discovery News