martes, 11 de diciembre de 2012

El sueño de vivir afuera




Después de unos días pasados al pie de una sierra en una localidad del interior, me encuentro tratando de demorar lo más posible mi asimilación a la ciudad. En realidad, las cosas ya comenzaron a tomar el cariz habitual en el viaje de vuelta, a la altura de Luján, cuando en la autopista nos empezaron a cerrar, apurar y apretar los clásicos autos de alta gama (y no tanto) que te sugieren rendir debidos honores a su demostración de fuerza (y, uno supone por extensión, virilidad) o aceptar la alternativa concreta de la muerte para vos y tu familia, a escasísimos centímetros de distancia para una velocidad donde no hay tiempo de reacción que compense un eventual descuido o una breve vacilación. Subir a la autopista fue algo más que aprovechar una vía conveniente; fue también cruzar una barrera invisible donde dejamos definitivamente atrás algunas conquistas humanas que de ese punto en adelante iban a ser la excepción. No fue la primera vez que tratamos de no dejarnos abatir y de no preguntarnos a qué estábamos volviendo exactamente.

Ya a salvo en nuestro departamento porteño, leo con interés una nota en la edición digital de la revista Brando titulada "El sueño de vivir afuera de la ciudad". El autor, identificado sólo como "Cicco" (no soy lector de Brando sino que llegué siguiendo links) realiza una bonita pintura de las razones que lo llevaron un día a colgar todo y radicarse en Lobos. Hablo de pintura porque es una descripción casi cromática, que se remonta a los dibujos de su niñez para encontrar el germen de una insatisfacción que lo persiguió hasta bien entrada su vida de adulto y finalmente lo impulsó a renunciar a la ciudad, sus ventajas y sus muchos problemas.

La palabra renuncia es importante porque tiene que ver con varias cosas más que la renuncia a la oferta gastronómica, el teatro, las calles pavimentadas o los cajeros a mano. Si algo me queda después de leer el artículo de Cicco (que incluye testimonios de otras personas que decidieron cambiar su vida urbana y des-humanizada por ritmos más lentos) es que la renuncia es fundamentalmente interna y que surge habitualmente tras una mini-crisis. La crisis, eso sí, sacude tanto la estantería que se viene abajo todo, hasta las vendas; lo siguiente es preguntarse el sentido de varias cosas. La respuesta natural no tarda en llegar.

El que vive dentro de las grandes urbes, sometido a horarios de oficina, tiene sueños de preso con cadena perpetua. Quiere una tele más grande. Un sillón más cómodo. Una banda más ancha. La energía puesta en hacer más cómoda su estadía en la celda.

No casualmente dejé afuera del título de este post la última parte del título de la nota, que reza "El sueño de vivir afuera de la ciudad". En su artículo Cicco usa la dicotomía "afuera" y "adentro" en varios sentidos distintos: desde el que translitera los términos anglo in y out que son veredicto típico en los mandatos de la moda o demás círculos donde impera la frivolidad, a la acepción literal que enfrenta la vida de encierro con la opción verde. El sueño de vivir afuera, entonces, se refiere a algo más que vivir afuera de la ciudad. Es un sueño porque pocas veces se concreta, a pesar de que se anhela en el lenguaje de todos los días y tendemos a usarlo como parámetro para definir la vida que nos gustaría llevar, pese a que no hacemos nada por alcanzarla, o al menos arrimarnos un poquito.



Via  |  ConexionBrando.com


jueves, 22 de noviembre de 2012

Cosas veredes, Sancho: cerrajería de competición


Un surfeo tortuoso por Internet terminó hoy por agregar un conocimiento trivial más a mi de por sí ya muy amplias alforjas.

El dato es que existe una actividad conocida como "ganzuado deportivo", que consiste en derrotar cerraduras de distintos niveles de sofisticación y complejidad por medio del intelecto, la habilidad y por supuesto un buen surtido de ganzúas de variados tipos y tamaños. La imagen de cerrajeros/deportistas compitiendo contrarreloj nos divierte, pero no puede ser más absurda que nuestras muy porteñas carreras de mozos, ¿verdad?

Hay que decir que los "ganzuadores" (así es el término en español) no son cerrajeros comunes. Son en realidad aficionados que abordan el problema de  vencer cerraduras complejas quizás con la intensidad y la fruición que puede experimentar un hacker en la arena digital, pero con el compromiso táctil de un técnico en explosivos.

Wikipedia me dice que el así llamado "locksport" es una disciplina reciente de origen europeo, aunque aficionados al arte del lock picking han existido en todas las épocas. Los miembros de asociaciones de locksport realizan competencias y concursos y tienen sus comunidades online donde comparten información sobre distintos tipos de herramientas y cerraduras.

Logo de la asociación alemana de ganzuado deportivo
La comparación con los hackers parece sostenerse en otros aspectos concretos. Uno de ellos son los certámenes anuales que comparten miembros de ambas comunidades. Los ganzuadores también son conscientes de una percepción popular que se enfoca en las aplicaciones prácticas menos benignas del hobby, y por eso no faltan credos y códigos de ética, o incluso invocaciones a los innegables beneficios ad-hoc que trae inevitablemente el estudio sesudo y sistemático de los sistemas mecánicos de seguridad al mejoramiento de los diseños en general.

Lo que me trajo a esta disciplina fue una sesión de navegación. Tras tocar distintos puertos, recalé en uno perteneciente a esa maravilla/revolución/sueño húmedo del entrepreneur casero que es Kickstarter. Allí, un joven ganzuador de Boston, desalentado por la rigidez de las ganzúas comerciales, decidió pedir un capital de u$s 6.000 para diseñar y vender su propia línea de herramientas personalizadas.

Schuyler, que así se llama el ganzuador de marras - y que es uno de los mejores del país, en sus propias palabras - creó un video muy claro y didáctico para acompañar su Kickstarter. Para los niveles más altos del plan, incluyó varios adicionales que van desde cientos de diseños de cerraduras hasta la posibilidad de clases personalizadas que cubran todo lo que el ganzuador (o por qué no, cerrajero) moderno debe saber.

Terminó recaudando u$s 85.000.

Llegué a ese Kickstarter y al mundo de los ganzuadores por una investigación sobre ficción interactiva (Interactive Fiction o IF) de la que el joven Schuyler resultó ser aficionado. Pero eso queda para otro post.

Recursos de Locksport:
Ganzuando.es, la comunidad de los ganzuadores en español
toool.nl, la organización abierta de lockpickers

jueves, 8 de noviembre de 2012

El presidente Mujica y el desarrollo sustentable


José "Pepe" Mujica en su chacrita de las afueras de Montevideo. Cultiva flores.
Dicen que destina el 90% de sus ingresos a fundaciones sociales.

No tengo intención de hablar de política en este blog, principalmente porque lo que mucha gente designa como política yo lo llamo otra cosa. He escuchado a quienes dicen que la política es todo: opino lo contrario. Sí pienso que suele ser un pretexto para apropiarse de cuestiones de otras disciplinas y aplicarlas como slogan a un objetivo determinado. Es por eso que en el mundo de la política es tan raro hallar expresiones de coherencia, sentido común o lisa y llana humanidad.

Cuando leo entonces el discurso que pronunció en julio de este año el presidente de Uruguay, Pepe Mujica, (el marco fue una cumbre para el desarrollo sustentable en Rio) me cuesta considerarlo un discurso político, por más que lo esté pronunciando una innegable figura política. Y por más que él mismo insista, y yo difiera, en que lo que está diciendo es una cuestión política. Es un discurso humano y que debería apelar a la reflexión de todo el mundo, pero pienso que no hay imposición o presión externa que pueda motivar ese tipo de reflexión fuera de los trances difíciles de la vida. Las inspiraciones, que no son impuestas, pueden ser un gran factor de transformación. Ambos casos se unen a la capacidad de observación e introspección que podamos desarrollar en nuestro fuero interno. Pienso que la política tiene poco que hacer a este nivel, y a lo sumo tendrá que aparecer más adelante cuando los cimientos no sean arena pura.

¿El discurso? Creo que es único. No es la primera vez que me sorprende este hombre. Pueden ver la transcripción haciendo clic en Ver Más.


Argo / Los gritos del silencio


Ben Affleck en "Argo"
Un amigo me recomienda Argo, la película sobre la crisis de rehenes que estalló en Irán a fines de los '70. Yo sólo había visto el poster con un protagonista barbudo y no sabía ni el género. Mi amigo la elogia principalmente por su equilibrio al exponer la responsabilidad de todos las partes en el contexto de la historia, cosa muy importante, ya que se trata de una recreación de hechos reales que todavía tienen impacto en el mundo de hoy.

No puedo hablar de Argo hasta que la vea. Es cierto que arrancamos con un punto negativo que es el rol protagónico de Ben Affleck; un actor soso y no muy expresivo que francamente nunca me convence, aunque no llega a las profundidades abisales de un Brad Pitt. Pero como director al menos le tengo más confianza después de Desapareció una noche (Gone Baby Gone, 2007), y esto unido a la recomendación aumenta las chances de que me aproxime con una mente más abierta.

Le comentaba en respuesta a mi amigo que me gustan los thrillers políticos cuando están bien hechos, y con esto último me refiero a que sean lo menos Hollywoodenses posible. Mi estándar dorado en el género sigue siendo Los gritos del silencio (The Killing Fields, 1984). Mi amigo titubeó; el título de la película le sonaba pero no la tenía presente. No es el único. Es una película bastante olvidada pese a que en 1985 se alzó con 3 Oscars y estuvo nominada a 4 más, entre ellos mejor película y mejor director (al menos perdió honrosamente frente al "tanque" de Amadeus). Recuerdo los trailers donde se mezclaban las escenas de combate con el Nessun Dorma de Pavarotti; una yuxtaposición de violencia y lírica que sería imitada continuamente desde entonces.


Sam Waterston y Haing S. Ngor en "The Killing Fields"
Los que hayan visto su segunda gran película, La Misión (The Mission, 1986), ya conocerán el estilo naturalista del director Roland Joffé (curiosamente, no hizo gran cosa después de este combo magistral de los '80, e incluso hace poco sacó una pieza de torture porn que las críticas coincidieron en calificar como execrable). El escenario de Los gritos del silencio es la guerra civil en Camboya a mediados de los '70. Sam Waterston (hoy se lo ve por TV en Law & Order) es un periodista del New York Times que está cubriendo la guerra en Phnom Penh junto a su colega e intérprete camboyano Dith Pran (interpretado por Haing S. Ngor). La acción transcurre en la víspera de la invasión del Khmer Rouge (los Jemeres Rojos), una organización marxista-leninista bajo el mando del líder Pol Pot. Con la ciudad ya prácticamente en manos de los revolucionarios, los distintos gobiernos extranjeros ordenan la evacuación de sus nacionales; el personaje de Waterston logra sacar a su familia pero él decide quedarse y buscar refugio en la embajada francesa junto a su equipo periodístico. Cuando la situación empeora, sin embargo, se ve obligado a aprovechar la última oportunidad de escapar del país, con la culpa de saber que al amigo camboyano que deja atrás le espera un destino muy distinto.

La película tiene dos partes bien claras. La primera narra la lucha por la supervivencia de los equipos internacionales en medio de un país devastado. Tiene escenas fuertes e inolvidables, aunque no en el sentido que le daríamos hoy post-Soldado Ryan y Braveheart. Los gritos del silencio no abunda en escenas de tiros o guerra sino que la violencia es en general más sugerida, y el clima está signado por la tensión y la seguridad de una catástrofe inminente. Como escribe Roger Ebert, "los mejores momentos son los de humanidad: las conversaciones, los intercambios de señales de confianza, las esperas, los temores repentinos, los súbitos brotes de violencia, la desesperación". En esta primera mitad se destacan John Malkovich y Julian Sands como miembros del equipo periodístico y las escenas dentro de la embajada, donde los nervios aumentan a la par que se deterioran los rasgos de civilización que quedan en pie.

La segunda parte es completamente distinta, y sigue la experiencia de Dith Pran durante los cuatro años que pasó en los campos de exterminio. La crónica fascinante de la "revolución cultural" del Khmer Rouge desde adentro va dando lugar a una atmósfera progresivamente surreal, a medida que las prácticas que siguen a la declamación de un "Año Cero" van eliminando todo vestigio del pasado. La purga incluye a todo civil que hubiera ejercido una profesión u oficio vinculado ligeramente a alguna actividad intelectual o a la "burguesía": médicos, estudiantes, profesores, periodistas. Pran oculta sus anteojos, finge que no sabe leer ni escribir y logra ser aceptado como sirviente de un funcionario; desde allí es testigo de los resultados de la ingeniería social que acompaña la reforma agraria y del desfile silencioso de campesinos que son llevados con regularidad al matadero.

Tal vez una de las escenas más escalofriantes de la película sea para mí aquella en que una niña enfrenta a Pran con ojos implacables e inquisidores, buscando una mínima chispa de inteligencia que le señale que está frente a un representante del antiguo orden. Hay algo más que el asesinato de potenciales disidentes en la aniquilación de la racionalidad y en la subversión del lenguaje. Los niños eran valorados por el Khmer Rouge por no tener la mente "corrupta" con valores considerados antirrevolucionarios; vestían uniformes y eran adiestrados y organizados en pequeñas milicias de delatores que escuchaban y observaban atentos. También tenían un rol activo en las ejecuciones y torturas. El cine nos ha dado varias simbiosis muy efectivas de niños y horror, cosa que explotan muy efectivamente también los japoneses con todos sus éxitos de J-Horror; pero para mí no se comparan con la forma en que esta niña logra erizar la piel durante unos segundos interminables. Tal vez por la comodidad con que algunos pensamientos de germen no muy disociado de estos momentos tan atroces se siguen moviendo hoy en nuestra comodidad urbana y a plena luz del día.

Eventualmente Pran logra escapar cruzando la selva, y en el camino se topa con las evidencias del exterminio. Una de las escenas icónicas y más irreales lo muestran cruzando un paisaje que podría ser lunar, pero con huesos en lugar de rocas: son algunos de los restos del millón y medio de niños y adultos camboyanos que fueron ejecutados en forma directa por el régimen y enterrados en los 340 "killing fields" repartidos por la región (se estima que otros 1-1,5 millones de camboyanos cayeron muertos por la hambruna y las enfermedades. La reforma incluía el culto a la autosuficiencia, y esto dejaba afuera a los medicamentos). Estas imágenes están acompañadas por música a veces inusual. La partitura de Mike Oldfield tiene sus detractores, pero yo pienso que el tratamiento poco convencional fue un acierto, subrayando aquello para lo cual no existen palabras, y de hecho es una de mis bandas de sonido predilectas.

El auténtico Dith Pran sobrevivió a la experiencia y fue él quien acuñó el término "killing fields". Tuvo que lamentar la muerte de 50 miembros de su familia. Hace poco (2008) falleció de cáncer de páncreas; lo recuerdo porque ocurrió unos pocos meses antes del deceso de Randy Pausch por el mismo motivo. El actor camboyano que interpretó a Pran, Haing S. Ngor, era también un sobreviviente, y tuvo también una historia triste. Su esposa murió al dar a luz en los campos de concentración, pese a que él era ginecólogo: practicarle la cesárea que necesitaba habría revelado su formación profesional. Al terminar la guerra, Ngor se mudó a Los Angeles y trabajó como reportero del New York Times. Ironías de la vida, en 1996 fue asesinado durante un asalto. Tenía 56 años. Pol Pot terminó viviendo más: murió en 1998.

Museo del Genocidio Camboyano
en Phnom Penh
Ngor es la estrella indiscutible de Los gritos del silencio. Una de esas actuaciones magistrales, que casi no son actuaciones: ultra sutil, empática, expresiva. Fue el primer actor asiático en ganar un Oscar por un rol de reparto. Pienso que la película mostró una gran audacia al dedicarle la mitad de su metraje a un desconocido actor camboyano, y la apuesta rindió con creces. Hoy no sería posible. No es un film perfecto, pero es uno de los grandes thrillers/dramas históricos realizados con un estilo de realismo que ya se ve muy poco; el descarnado, sin interferencias de falsa contrición o de correciones políticas que suenan más a guiño que a algo genuino. Ya veré cómo le va a Ben Affleck, tal vez ajustando expectativas en forma acorde.


martes, 30 de octubre de 2012

De vaqueros y gauchos


El otro día estábamos con Santi 12.0 mirando Un tiro en la noche (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962) por Netflix. Es un viejo western dirigido por John Ford que une a varias leyendas del cine como John Wayne, James Stewart y Lee Marvin; este último perfecto en el papel del villano acompañado por un todavía muy secundario Lee Van Cleef.

Stewart interpreta a un abogado citadino que intenta llevar un poco de ley y orden a un pueblo donde no hay ninguna. Lee Marvin es Liberty Valance, un bandido que hace y deshace a su antojo frente a un sheriff glotón y timorato que se esconde cada vez que aparece. La única resistencia la opone el ganadero Tom Doniphon (John Wayne), el hombre fuerte del pueblo, en quien todos pueden confiar y de quien todos pueden depender, y que además es un experto tirador y uno de los pocos capaces de hacer recular a Valance.

Pero Doniphon no es un héroe perfecto. Es un cínico formado en el pragmatismo. Descree del idealismo del abogado Stewart, y desprecia tanto su negativa a usar armas como su pasividad ante la agresión constante del bandido Valance. Pero lo que le resulta especialmente incomprensible es la  insistencia de Stewart en llevar al criminal ante la justicia en lugar de tomar las riendas del asunto y ubicar una bala en el lugar correcto ante la próxima provocación.

La película empieza muchos años después en el mismo pueblo, cuando del tren desciende un Stewart bastante más viejo y convertido ya en un famoso senador nacional. Los viejos amigos y los nuevos habitantes lo reciben con algarabía y el flamante periódico del pueblo quiere entrevistar al hijo pródigo, pero Stewart declina los compromisos e informa que sólo vino a presentar los respetos a un conocido que acaba de fallecer: Tom Doniphon.

"¿Quién?", preguntan algunos. En el pueblo nadie parece conocer o recordar al viejo ganadero y no se explican por qué Stewart podría tener algún interés en un desconocido muerto. De hecho, el humilde cajón está solo en la morgue acompañado de un par de personas. La historia del ascenso de Stewart y la caída de Tom Doniphon tiene un reflejo en un brillante "gag" cuando el senador se topa con la misma diligencia que lo había traído hace tanto tiempo, ya polvorienta y en desuso con la masividad moderna del tren. Uno de los temas de la película es el reemplazo de los viejos órdenes por órdenes nuevos, y quiénes ganan y pierden en el recambio (*)

Pero me adelanto. Mientras miraba esta parte inicial del relato enmarcado y antes de que comenzara el largo flashback que compone la historia principal, sentí ese picor típico del "dejá vu". Algo evidentemente me estaba resultando familiar, aunque no tan fuerte como para identificarlo con escenas, personajes o situaciones concretas. Tenía que buscar a nivel subtexto o evocativo.

Unos días más tarde el recuerdo hizo clic. Ese inicio me había traído a la memoria no otra película, sino un libro: Sebastian's Pride, de Susan Wilkinson, que narra la historia de una familia de inmigrantes ingleses en la Argentina de fines del s. XIX. Es una novela apasionante (se tradujo al castellano como "Don Sebastián"), y es una verdadera lástima que sea tan poco conocida.

Todo comienza con el hallazgo del cadáver de un gaucho en medio de la pampa. El cuerpo está en estado  avanzado estado de putrefacción y las autoridades sólo logran identificarlo gracias a las iniciales del facón y el muñón que en algún momento daba lugar a una mano.

La familia de Sebastian Hamilton llega de Inglaterra para identificar el cadáver, pero no hay muchos gestos de condolencias o lamentos. Entre los deudos se siente más bien fastidio, rencor y alivio. El muerto no era aparentemente alguien muy querido, pero sí algo más que un simple gaucho muerto en la imensidad de la llanura. Hubo un tiempo en que el nombre de Sebastian Hamilton inspiraba respeto y temor.

El resto de la narrativa se centra en la llegada del joven Sebastian a la Argentina junto a su familia y su progresiva conversión en una criatura de estos pagos. Sebastian tiene un carácter volcánico y una capacidad de odio que se complementan perfectamente con su tenacidad implacable. Inmediatamente demuestra interés por la vida del gaucho, ese beduino de la pampa húmeda que se rige por códigos primarios, eficientes y muchas veces salvajes. Sebastian admira los rasgos arquetípicos del gaucho, como la sed de libertad y la irreductibilidad; con la misma fuerza desprecia a su propia familia, a quien ve débil y encorsetada en formalidades banales. El hermano médico, un inglés sensible y sensato, no puede explicar ni explicarse la fascinación que siente Sebastian por esta tierra y su gente, o su desdén hacia cualquier ley que no sea la del caballo, la palabra y el cuchillo; mucho menos su decisión de dejar Buenos Aires para embarcarse en un largo viaje en carreta con su esposa nativa y levantar una estancia en medio de la nada.

Sebastian's Pride es una épica multi-generacional que me recuerda a las de Isabel Allende, excepto que el realismo de Wilkinson no tiene una sola pizca de magia. El protagonista es de por sí un personaje difícil, imposiblemente terco y hasta cruel, y las circunstancias que atraviesa son descritas con igual ferocidad: desde el duelo de facón donde Sebastian entrega su mano a cambio de ser reconocido como un gaucho de alma, si no de sangre, hasta las escenas de horror donde despacha carretas de cadáveres junto a su hermano en una Buenos Aires devastada por la fiebre amarilla.

Tom Doniphon y Sebastian Hamilton comparten una vida de fama y poder, aunque con características distintas. Ambos, sin embargo, empiezan sus respectivas historias ya fallecidos tras una larga vejez en soledad, y con poca gente para llorarlos. En ambas historias de vida pueden identificarse tal vez varios factores en común que precipitan la caída - orgullo, hubris, etc., ejemplos de aquella hamartia aristotélica.

Pero hay un trasfondo común e impersonal en la desaparición del vaquero y del gaucho a medida que el progreso (la llegada de la ley al pueblo en Un tiro en la noche; el crecimiento de una Buenos Aires cosmopolita y el desarrollo de la República en Sebastian's Pride) les va dejando menos margen de acción, los reprime directamente, o los convierte en figuras irrelevantes. El vaquero de John Wayne y el gaucho creado por la pluma de Wilkinson son un paralelo de sus roles más amplios. No tienen un fin espectacular ni heroico, a los tiros o cuchillazos: simplemente mueren en algún punto indeterminado, mucho después de morir en la memoria o el interés de los que los conocieron. Así también la modernidad avanza dictando nuevas normas tácitas y de a poco se disuelven y mutan todas las cosas y los hombres.

(*) Uno de los temas desarrollados con gran impacto por James Clavell en su inolvidable novela King Rat.


sábado, 27 de octubre de 2012

Dos citas de Lee Marvin


Con Santi 12.0 estamos explorando la selección de westerns que ofrece Netflix. La última película que vimos fue una de la que hablaré en otro post más extensamente. Uno de los protagonistas era Lee Marvin: estuvo fantástico. La actuación, y sobre todo una voz de asfalto, al servicio de un personaje memorable.

No soy gran conocedor de su carrera fuera de Doce del Patíbulo (The Dirty Dozen, 1967), así que busco en ImDB y descubro una vida interesante. De joven fue expulsado de docenas de escuelas por su mal comportamiento. En la Segunda Guerra fue francotirador con los US Marines en el Pacífico. Una ráfaga japonesa le dio en el trasero y le cortó el nervio ciático. Fue enviado de vuelta a casa, pero la experiencia (la de la guerra, no el tiro en las nalgas) lo marcó de por vida y determinó su orientación al pacifismo. Al mismo tiempo puede haber alimentado su afición al alcohol y su condición de "duro" que - dicen - era genuina y no pura fama.

ImDB incluye una selección de algunas de sus frases, muchas de ellas sobre violencia, sociedad y por supuesto cine, todas ellas muy perceptivas. Elijo dos.

"¡Ah, el estrellato! Le ponen tu nombre a una estrella en la acera de Hollywood Boulevard, y vas a verla y la encuentras cubierta con una pila de caca de perro. Eso te dice todo lo que necesitas saber, querido."

"La enfermedad está en la audiencia; el cineasta sólo refleja el clima de la sociedad. No haces películas para cambiar a una nación; haces películas que sean históricamente fieles a su tiempo. Eso es lo que las hace relevantes y comerciales. Si la audiencia responde, bueno, ya sabes dónde está la enfermedad. La violencia criminal siempre atrae a multitudes, aunque la gente tenga miedo de admitirlo. Cuanto mayor es la audiencia, mayor es la provocación; y cuanto mayor es la provocación mayor es la ira del espectador, hasta que llega el punto en que se vuelve parte del descontrol. El ciclo de películas sobre crimen que vemos hoy te ofrece una forma indirecta de participar de la ola criminal sin cometer un crimen tú mismo. Esa sensación está latente en cada uno de nosotros. Todos quieren ajustarle las cuentas a alguien. Y esto debido a la ola de disturbios, la desconfianza general, los asesinatos y la falta de una respuesta socialmente aceptable. Así que vas a ver todo esto al cine".


viernes, 26 de octubre de 2012

La alegría de la tranquilidad



A fines del año pasado, el New York Times publicó una columna titulada "The Joy of Quiet" en la que el escritor y ensayista Pico Iyer reflexionaba sobre un mal de nuestro tiempo: la fobia a los espacios de serenidad y quietud... o simplemente a esa situación rara y a veces angustiante de no tener nada para hacer. Iyer incluía también algunas de sus tácticas personales para evitar caer en esa corriente de ansiedad que parece arrastrarnos a todos y hacernos más infelices en el proceso.

Sentí una gran identificación con el artículo y por eso decidí traducirlo. El resultado, a continuación: la única libertad que me tomé fue la inclusión de hipervínculos en caso de que alguien decida profundizar sobre algunos de los conceptos o personalidades mencionadas.


martes, 23 de octubre de 2012

La primera responsabilidad



Reflexiones sobre Una sociedad que no cuida a sus hijos, artículo de Fernanda Sández publicado hoy en La Nación.

Me gustó esta columna por lo dura, por la cantidad de verdades incómodas que pone sobre la mesa sin rodeos aunque sean obvias, por el lenguaje llano y directo. El tema es la desprotección infantil, pero no se queda sólo en denuncias externas. Va también al rol fundamental que juegan los padres, incluidos los trucos / autoengaños a los que recurren para no jugarlo. Y eso yo lo entiendo como punto de partida y consecuencia a la vez de una disfunción social: un orden ficticio e impracticable que exige tanto como limita; un "loop" de conductas y neurosis hereditarias.

Pero es que nuestra sociedad/cultura de hoy no ha evolucionado teniendo en cuenta a niños ni ancianos. "No Country for Old or Very Young Men". El sector adolescente está más atendido, pero sólo en apariencia: importa en tanto y en cuanto consuma productos o ideologías, que por supuesto son una misma cosa. No en vano veo una presión clara hacia una adolescencia arquetípica que se ejerce, a través de gustos y lenguaje seleccionado, tanto sobre adultos como sobre niños; el uno gana SMS gratis en su celular si llama a futuros clientes en el Día del Amigo, el otro debe tironearle de la manga al padre para tener su teléfono de la promoción Mi Primer Claro.

Para cuando el niño se ha transformado en un pequeño demonio de Tasmania que sólo piensa en su próximo "high" consumista -el próximo juego, Serenito, paquete de Club Penguin o video de Youtube-  ya hay un daño hecho. Pero primero tuvo que pasar por los padres, por lo menos aquellos que han aceptado a pies juntillas nociones externas (o peor, diseñadas) de normalidad sin mirar al niño y su desarrollo. La ausencia de una dirección paterna tiende a derivar en todo tipo de calamidades que se dan la mano, yendo de lo anecdótico a lo trágico con una velocidad escalofriante: no puedo olvidar a los bebés "guardados" en los baños de República de Cromañón.

Pero hay más. La crianza de un ser humano es la actividad más importante que uno puede encarar, pero demanda energías acordes. Pienso que no tener esto en claro de antemano es una receta para el sufrimiento de las partes involucradas. Tendría que funcionar como recordatorio no sólo de las prioridades que deben reorganizarse, sino de la tolerancia hacia las propias flaquezas. Estamos inmersos, al fin y al cabo, en una cultura/sociedad que reacciona cada vez con más violencia hacia cualquier noción de sacrificio, aunque sea mínimo. Me es difícil disociar esto de la tendencia a la búsqueda de soluciones instantáneas ante cualquier incomodidad, sea física o psicológica. Los tiempos naturales no son estos. Tal vez estas tendencias sean efectos secundarios negativos de la civilización, del delivery y del control remoto, que terminan transformándose en expectativas condicionadas. Pero si tenemos una sola oportunidad para observarnos, para practicar el estoicismo y la justipreciación de lo que es realmente importante, apliquémosla a observar y guiar a nuestros niños, y acomodemos nuestras conductas, hábitos y actividades en consecuencia; no al revés. Ellos son los primeros inocentes, los depositarios de nuestra historia, y al fin y al cabo no nos pidieron venir al mundo. 


miércoles, 17 de octubre de 2012

Origen de las palabras - hoy: Spam



El spam es uno de las molestias crónicas de nuestra era moderna. Moscas virtuales, podríamos decir, en el sentido de que es más incordiante que peligroso (conviene no confundirlo con otras prácticas como el phishing, que es ciertamente un peligro). Es, también, uno de los tantos anglicismos que de la mano de la tecnología se han colado en prácticamente todos los idiomas.

Pero ¿cuál es el origen del término "spam" en inglés? El rastreo nos lleva, como de costumbre, a lugares insospechados.

Todo empieza en 1937 cuando la compañía estadounidense Hormel Foods Corporation lanza al mercado una nueva marca para su producto estrella, la carne precocida en lata, que a partir de ese momento pasa a llamarse SPAM. Hay distintas versiones dando vueltas sobre el origen de la marca, pero no hallé ninguna verificada. Según la más convincente, en mi opinión, SPAM sería un portmanteau de "Spiced Ham" (jamón condimentado).

Si no me equivoco, la versión local se conoce como "viandada"
El producto fue todo un éxito y tuvo especial protagonismo entre las tropas aliadas durante la 2da Guerra Mundial, sobre todo aquellos estacionados en sitios donde hacer llegar carne fresca presentaba un problema logístico, como las islas del sudeste asiático. Es así como las super prácticas latas de SPAM comenzaron a hacerse ubicuas en desayunos, almuerzos y cenas de los soldados, a tal punto que comenzaron a recibir otros nombres jocosos como "SPecial Army Meat".

El SPAM continuó su carrera ascendente y se extendió por buena parte del mundo conocido. Para los años 60, ya no era necesario contar con un abrelatas para disfrutar de la carne SPAM, ya que la Hormel incluyó en sus latas el sistema de anillo de apertura que fuera patentado en 1956 y cuyos descendientes podemos ver hoy en cualquier lata de gaseosa.

Mientras tanto, en Inglaterra, un grupo de seis jóvenes se unía para formar un grupo de comedia vanguardista que pasaría a la historia como los Monty Python. En particular, Monty Python's Flying Circus, la serie de 45 episodios que la BBC emitió entre 1969 y 1974, contribuiría a que los miembros del clan comenzaran "a ocupar una posición institucional en el edificio de esa misma cultura popular británica que tanto se habían divertido tratando de demoler", según dice el autor George Perry en su libro Life with Python.

Graham Chapman, Eric Idle, Terry Gilliam,
Terry Jones, John Cleese y Michael Palin circa 1969
Flying Circus era distinto a todo lo que había venido antes: una sucesión de sketches que alternaban o mezclaban directamente surrealismo, dadaísmo, irreverencia crónica, animaciones oníricas y sátira filosa. Se transformó en un éxito de culto que continuó en obras de teatro, álbumes, películas de cine - la más famosa por estos pagos sea quizás La Vida de Brian (Life of Brian, 1979); Eric Idle tuvo el gusto de cantar el tema final en la clausura de los últimos Juegos Olímpicos -, videojuegos, y en carreras cinematográficas. Entre estas últimas se destaca, por supuesto, la de Gilliam como director de algunos grandes éxitos de culto: Brazil (Brazil, 1985 ) y Doce Monos (Twelve Monkeys, 1995), para mencionar un par.

"Monty Python's Flying Circus",
versión ZX Spectrum, 1990
La influencia masiva de los Monty Python ha llegado a nuestros días en múltiples formas, lógicamente la mayoría de ellas más comunes y reconocidas en el mundo anglosajón. Ahí tenemos al lenguaje de programación Python, con sus variables metasintácticas spam, ham y eggs. El término Pythonesque forma parte del Oxford English Dictionary, cosa que según Terry Jones "demuestra hasta qué punto [los Monty Python] hemos fallado" en el intento de crear algo absolutamente renovador e inclasificable. Aunque la verdad, parece un poco inútil lamentarse por un mecanismo que es bastante común en tantas áreas: el mainstream de hoy era la vanguardia de ayer, y viceversa. Si nada es permanente, mucho menos lo es la novedad. Creo que pocos se atreverían a calificar al grupo inglés como un fracaso desde ningún ángulo.

¿Spam? Ah, sí. Estamos llegando. Decíamos que el humor de los Monty Python no era para todos los gustos, pero fue sin duda influyente. Uno de los sketches de Flying Circus alcanzó fama por su cuenta, y es el que nos interesa aquí. Tenía como escenario una fonda a la que llegaba (o mejor dicho, descendía) una pareja con ganas de comer algo. La propietaria les recita el menú: "huevo y panceta; huevo, salchichas y panceta; huevo y spam; huevo, panceta, salchichas y spam; spam, panceta, salchichas y spam; spam, huevo, spam, spam, panceta y spam; salchichas, spam, spam, panceta, spam, tomate y spam, ...". Por toda respuesta a la irritación de los recién llegados, que desean algo sin spam, la dueña propone alternativas que incluyen invariablemente más spam. Mientras tanto, un grupo de vikingos que ya estaban sentados en el restaurante empieza a cantar "spam spam spam spam" sin motivo aparente. Poco después se agregan un turista húngaro y un canal de noticias, que ve la crónica del día invadida por la palabra "spam".

Si todo lo anterior suena un tantín absurdo, bueno, eso es Monty Python. El video original se puede ver aquí:


El sketch alcanzó tanta popularidad que entró en la era informática de la mano de los primeros BBSs y MUDs. Limitadas a unos pocos cientos de bits por segundo, las velocidades de conexión de aquellos tiempos hacían que los espacios virtuales fueran vulnerables al flooding, es decir la repetición de caracteres -a cargo de usuarios inescrupulosos o simplemente traviesos- que terminaban inundando lentamente la pantalla de los sufridos pre-internautas que veían sus preciosos baudios gastados en "basura". Un entorno perfecto para que muchos fans de los Monty Python recordaran su sketch favorito tipeando incesantemente SPAM SPAM SPAM. Un simple gráfico en ASCII que contenga la palabra SPAM podía significar varios segundos o minutos de espera, dependiendo de la calidad de la conexión y la velocidad del módem.

El fenómeno dejó entonces de llamarse "flooding" para transformarse en "spamming". La llegada de Internet, las primeras comunidades online y especialmente la popularización de los primeros servicios de distribución masiva de mensajes, como Usenet, dejaron prácticamente sin efecto el viejo flooding/spamming de las terminales de texto, pero en el horizonte apareció una nueva criatura: la publicidad no solicitada.

Con el paso del tiempo, "spamming", "spammer" y "spam" comenzaron a referirse respectivamente a la acción de inundar foros, mensajerías u otros espacios con avisos comerciales, al agente culpable de esta inoculación (generalmente personal de marketing), y al objeto mismo que se quiere publicitar, que en forma de correos electrónicos hoy sigue saturando (y sacándonos de) nuestras casillas y contra el cual los proveedores deben ingeniárselas para elaborar filtros más y más sofisticados.

La historia de la palabra spam es en mi opinión un bello ejemplo de transferencia cultural y de evolución lingüistica. De la carne precocida de sus inicios, el término se adaptó y mutó de generalidad a particularidad, de designar acción u objeto según el ámbito y la época, y está hoy entre nosotros tan incorporado como si hubiera pertenecido al idioma desde el principio (y después de conocer la historia, convengamos en que "correo no deseado" es una expresión muy civilizada pero también más limitada y menos evocativa). Así mirada, la palabra "spam" ha cumplido con su meta-objetivo de hacerse ubicua en el tiempo y el espacio, como celebraban los vikingos de los Monty Python.


lunes, 15 de octubre de 2012

Estar sentado: ¿una actividad letal?


Cada vez más sofisticadas y cómodas,
pero ¿son una trampa mortal?

Después de dos semanas enteras en modo crunch, con plazos cortos y enormes cantidades de trabajo, es normal esperar una cierta fatiga mental.

Pero está también la otra fatiga, que es la corporal. En mi caso, pasar largas horas ininterrumpidas sentado frente a la pantalla, plazos de entrega o no, me deja algo más que un dolor de espalda. Es un cansancio profundo, acompañado de debilidad y agotamiento, y tarda varios días en ceder.

El artículo que elijo hoy para destacar apareció el año pasado en la versión digital del New York Times. El autor es un tal James Vlahos, que colabora con columnas para Popular Science y Popular Mechanics. Me pareció uno de los mejores que he leído sobre el tema del sedentarismo porque aborda un concepto básico (el ejercicio es necesario), pero con aristas nuevas y sorprendentes. La contundencia de los estudios del Dr. James Levine me produjo un impacto inmediato porque pude conectar los resultados con observaciones personales a lo largo de los años.

Un poco tangencialmente, pero el artículo también toca el tema siempre intrigante de la auto-percepción. Los resultados del dispositivo que diseñó Levine pueden ser shockeantes, como todo lo que amenaza sacudir nuestra percepción de normalidad. Pero la sobriedad siempre es bienvenida.

Haciendo clic en "Más Información" abajo se muestra una traducción propia del artículo original, de lectura muy recomendada.


Via | The New York Times


miércoles, 10 de octubre de 2012

Cumple retro para el Sr. Glass


Recuerdo cuando la Antigua Casa América todavía adornaba la Avenida de Mayo.

Tras la vidriera descansaba una colección de instrumentos sorprendentes; adentro el ambiente era toda distinción y vendedores al acecho, pero respetuosos. Por eso me resultaba tan extraño el contraste del videoclub que -quizás por la crisis financiera que eventualmente apuraría el cierre, o por un intento fallido de diversificación- se había instalado bien al fondo, como para no llamar mucho la atención.

Como me quedaba cerca de la oficina, era costumbre pasar los viernes después del trabajo para alquilar alguna cosa que ver con la familia durante el fin de semana. Ese día volví a casa con 7 (siete) videocasettes bajo el brazo. El spread de géneros y edades de la audiencia había abonado la costumbre de contar con una variedad adecuada de películas para cubrir todos los gustos. Uno de estos VHS cuidadosamente seleccionados y extraido de los anaqueles del videoclub que funcionara en el fondo de aquel local de la extinta Casa América era la legendaria Koyaanisqatsi, de Godfrey Reggio.

Terminé viéndola yo solo, por supuesto, y nada más ligué algunos rezongos por mi fantástica idea de alquilar un film sin diálogos, personajes o trama convencional. Pero Koyaanisqatsi valía la pena y no me defraudó. El error es considerarla un documental, porque era más una experiencia de inmersión, un trance, aún en un televisor modesto de rayos catódicos de mediados de los '80. Parábola sobre la vida moderna y la alienación progresiva de la humanidad, la película estaba llena de imágenes que perduran en la retina, como aquella famosa superposición del frenesí de un subte en hora pico con las salchichas que salen de la línea de producción de una fábrica de embutidos.

Koyaanisqatsi (que quiere decir "vida desequilibrada" en lengua nativa norteamericana) no tiene diálogos, como dije; las imágenes son esencialmente mudas, pero aún así hay mucho para escuchar. Eso es gracias a la música omnipresente de Philip Glass, el astro minimalista que hoy cumple 75 años. Esta fue su primera partitura para el cine y la que lo puso en el mapa de los cinéfilos.

Para que el tributo sea realmente retro, aquí va un cover en chiptune (música de 8 bits) del tema final de Koyaanisqatsi, compuesto por Philip Glass en una época mágica.



PD: Uno de los "guionistas" del film, Ron Fricke, tuvo la oportunidad de dirigir su propia película 10 años más tarde, la muy similar y espectacular Baraka. Esta también tuvo una banda de sonido notable, aunque a cargo de varios artistas distintos.


lunes, 8 de octubre de 2012

Waldo está en Beijing


Ghost in the Machine
Desde hace unos años, el artista chino Liu Bolin viene ampliando una serie de autorretratos en los que aparece fusionándose contra distintos escenarios urbanos. Esto le ha valido el apodo de El Hombre Invisible.

El camaleónico Bolin explica que su motivación es reflexionar sobre el ser humano y su entorno. Su serie "Escondiéndose en la ciudad" nació en 2005 cuando el gobierno chino destruyó el barrio de artistas Suo Jia Cun, donde vivía y trabajaba junto con más de 100 otros pintores, músicos, escultores y actores. Con las imágenes busca promover temas diversos como la disolución del individuo en la sociedad, la deshumanización que acompaña a los tiempos modernos y las contradicciones del discurso oficial con la realidad urbana de su país.

Tras atraer la atención de la comunidad internacional, la fama de Bolin cruzó las fronteras y en los últimos meses ha llevado su trabajo a distintas partes del mundo. A continuación, algunas de sus imágenes más logradas.
















viernes, 5 de octubre de 2012

On a clear night you can see forever

Link a la versión de 2382x2078 px: aquí
(Perdonen si deformo el título original, siempre intrigante, de la película de Barbra Streisand que no he visto. Pero se aplica perfecto para este caso por razones que se explican abajo).

La imagen de arriba -que tiene nombre: XDF, por las siglas de EXtreme Deep Field- parece ser una más de esas fotos fantásticas que cada tanto nos regala la NASA para adornar nuestros escritorios de Windows. Pero mírenla bien, porque ésta tiene un significado especial.

En primer lugar, nos muestra el punto más lejano del espacio conocido hasta hoy para la humanidad. Nunca vimos más lejos. Esta nube de bichos de luz espaciales -¿no parece que van a empezar a revolotear en cualquier momento?- está compuesta en realidad por unas 5.500 galaxias. Al telescopio espacial Hubble le llevó nada menos que 50 días (con una exposición acumulada de 23 días) hacerles justicia con la foto grupal.

Aclaremos que no es una foto normal. Es una secuela del Campo Ultraprofundo del Hubble, que circuló a mediados de la década pasada. Al igual que aquella, XDF se trata de una composición, en este caso de 2000 fotos individuales, capturadas íntegramente en un mismo pequeñito sector del espacio. ¿Cuán pequeño? Veamos la siguiente comparación a escala:

Allá lejos, bien al fondo de ese rectángulo, hay un calidoscopio de galaxias.

Las galaxias que aparecen allí son las más distantes y tenues jamás capturadas en una imagen, y algunas incluso están a más de 13 mil millones de años luz de distancia. Esto significa que tienen una edad muy cercana a la del Universo tal cual lo entiende el consenso astronómico actual.
Por supuesto que técnicamente no sabemos si esas galaxias todavía están allí, ni lo sabremos nunca. Pero eso también se aplica al Sol: si explotó, fue devorado por algún bogavante estelar o decidió tomarse vacaciones, nos enteraremos en unos 8 minutos.



Via | PetaPixel

martes, 2 de octubre de 2012

La TV de la Edad de Piedra


Pinturas rupestres en la cueva de Chauvet, Francia

En un post anterior vimos un muy ingenioso ejemplo de cómo lograr animación bastante sofisticada con medios muy primitivos. Pero ciertamente no tan primitivos como los que habrían usado algunos cavernícolas franceses hace un par decenas de miles de años, según sugiere Marc Azéma, un arqueólogo de la universidad de Toulouse–Le Mirail.

Azéma se interesó en las imágenes paleolíticas que cubren las paredes de varias cuevas de Francia, especialmente aquellas donde los animales aparecen superpuestos, encimados con varias copias de sí mismos o con miembros múltiples. Esta aparente desprolijidad puede no deberse a mera falta de espacio o mera desaprensión de parte del hombre de las cavernas. De hecho, y en línea con los descubrimientos que gradualmente nos revelan que el supuesto bruto poseía un sentido estético más que afinado, podemos estar viendo las primeras animaciones de la historia.

La noticia no me es nueva: en Cave of Forgotten Dreamsel reciente documental de Werner Herzog, el director alemán se mezclaba con un grupo de científicos (para usar un término actual, iba "incrustado") para explorar una antigua cueva del sur francés que muchos, muchos años atrás había sido el hogar de una comunidad de los primeros hombres modernos. El espectador es testigo de las charlas, los descubrimientos y -sobre todo- las conjeturas del equipo sobre el significado de aquellas fantásticas imágenes que artistas anónimos dejaron plasmadas en la roca y que resistieron el paso de los milenios con una vividez sorprendente. (Como documental, Cave tiene en mi opinión varias fallas, principalmente de ritmo. Las reflexiones libres y audaces de Herzog valen la pena, pero sigo prefiriendo su excelente Grizzly Man).

Pero si las imágenes estáticas, aunque hermosas de por sí, no aportan mucha idea de movimiento, hay que imaginarlas a la luz trémula del fuego que alumbraba la vida paleolítica subterránea. El temblor de las llamas lograría que efectivamente los animales cobraran vida en la pared, como se ilustra en este interesante video:



¿Alhajas o juguetes?


Pero el tema depara más sorpresas. Otra pista interesante para seguir comprendiendo las capacidades estéticas y artísticas de la gente del Paleolítico Superior la ofrecen unos discos pequeños hallados en el sur de Francia y que corresponderían al periodo Magdaleniense (unos 12.000 años AC).

Estos pequeños discos están construidos con materiales diversos (huesos, dientes, moluscos, etc), y adornados con grabados de animales. Como tienen un orificio en el centro, se supuso que su función era la de simple ornamentación: colgantes y medallones. Pero algunos objetos presentan características más interesantes:

"Como algunos están decorados de ambos lados con animales en distintas posiciones, nos dimos cuenta de otro tipo posible de uso, relacionado con animación secuencial", dijeron los investigadores.
Uno de los ejemplos más convincentes es un disco de hueso hallado en 1868 en Dordoña. De un lado, el disco muestra un ciervo o gamo de pie. Del otro lado, el animal yace acostado.
Azéma y Rivère descubrieron que si se pasa un hilo por el orificio central y se lo tensiona estirándolo para que el disco rote sobre su eje lateral, el resultado es que ambas imágenes se superponen en la retina.
"El animal se levanta y luego se echa en una fracción de segundo, y viceversa. En estas imágenes parpadeantes está el origen del cine" afirmaron los investigadores.



Los hombres primitivos conocían el efecto de la persistencia de la visión, y aparentemente lograron construir el primer taumatropo, tal vez el equivalente a uno de esos libritos modernos con dibujos en el margen que se animan al pasar rápidamente las páginas. Otra maravilla que nos llega de entre la bruma que cubre la madrugada de la humanidad.

Via | Discovery News

viernes, 28 de septiembre de 2012

Cine: Monsters


La producción independiente Monsters (2010), de Gareth Edwards, no es necesariamente una gran película. Algunos piensan que no es tampoco una buena película. Otros me han dicho que es el bodrio cinematográfico más importante que han visto en su vida.

Pero para mí representó una experiencia distinta y diría hasta refrescante. La trama es mínima: un fotógrafo debe rescatar a la hija rebelde de su jefe y traerla de vuelta sana y salva a su hogar en Estados Unidos. La chica ha quedado varada en una "zona infectada" de México, una de las tantas áreas de la tierra que han sido copadas por alienígenas. En su viaje de regreso a la civilización la pareja debe cruzar ecosistemas irreconocibles de junglas y ríos y superar distintos obstáculos, humanos y no tanto. En el camino se encontrarán con varios personajes pintorescos y -por supuesto- con sí mismos. Eso es todo.

La parte de ciencia ficción -la invasión extraterrestre- está amortiguada por quizás el único irritante de peso en mi opinión, que es la presencia del MENSAJE: la parábola social, el juego de palabras en inglés con la palabra alien, la idea explícita de que los monstruos "somos nosotros", y otros lugares comunes por el estilo. La insistencia amateur en esta alegoría relega los detalles específicos de la invasión al grado de borrosos, surreales y no demasiado coherentes, aunque es muy probable que el presupuesto magro (u$s 800K) haya tenido algo que ver. Los modestos efectos especiales que llegaron a la pantalla son, sin embargo, bastante efectivos.

La película no pasa de la hora y media, pero muchos de sus detractores mencionan haberse aburrido como ostras (y hablando de lugares comunes -- ¿se aburren las ostras?). Se trata sin duda de una experiencia lenta y hablada. Pero si no me arrepentí de verla, a pesar de la trama ínfima y el didactismo, es porque descubrí cierta poesía inusual en su estilo naturalista. La fotografía, los diálogos, el ritmo deliberado, las ojeras y el acné en las caras lavadas de los actores, me plantearon un mundo táctil y crepuscular a años luz del plástico digital de otras películas con temáticas similares (nada más para mencionar un par recientes, Battle Los Angeles y Battleship), y por lo tanto mucho más apto para la identificación. Puede influir el hecho de que los protagonistas, que son pareja en la vida real, hayan trabajado a lo Blair Witch sobre un guión básico y hayan improvisado la mayoría de sus líneas. O quizás simplemente fueron mis bajas expectativas.

O fue la banda de sonido. No conocía al británico Jon Hopkins antes de Monsters, pero empecé a prestar atención en el segundo tercio de la película. No son muchos artistas los que recuperan para mí el inigualable sonido "spacey" de Vangelis, pero Hopkins logró crear una atmósfera irreal y melancólica con un tema que se repite a lo largo del film y subraya su intimismo constante. A continuación, el tema principal de Monsters, y recomiendo también la variación "Candles".


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ventaja #1354 de ser un autodidacta


Foto por Chowdhury Farhan Hossain

Creo firmemente que vivimos en una verdadera Era Dorada para el autoaprendizaje. Las opciones para interiorizarse sobre cualquier disciplina u oficio se multiplican día a día en Internet, una proporción creciente de ellas gratuitas, y en su mayor parte todo lo que requieren es tiempo, dedicación y una conexión estable. Aunque para sacarle el verdadero jugo a esta democratización explosiva conviene dominar el idioma inglés,  hoy -más que nunca- una herramienta esencial para cruzar las fronteras de la choza que nos tocó en la Aldea Global, es de esperar que las ofertas en otros idiomas, incluido el español, aumenten gradualmente con el tiempo y la difusión.

Para un autodidacta, sea por hábito o naturaleza, la sensación es similar a la de estar libre en una tienda de golosinas, juguetería, taller; elijan su vicio. Una cantidad interminable de blocs en blanco se aparecen de pronto entre nuestras manos, y al lado vemos cajas enteras de lápices, crayones o acuarelas de colores infinitos. Para quien puede aprovechar este tiempo la realidad ya no es tanto el pasillo gris de la facultad o el escritorio de la oficina, lleno siempre de los mismos trastos, sino que empieza a pintar más como un doodle de Google. En su mejor forma, Internet puede ser un jardín de infantes para la mente, donde podemos explorar y enchastrarnos a nuestro gusto. Esta analogía con la niñez me parece acertada en muchos aspectos; el autodidacta tiene un poco de niño siempre vivo.

La actitud positiva y de pensar en forma creativa, out of the box*, puede promover un sinfín de beneficios en la vida diaria. El término "life hacking" surgió del mundo geek como extensión de técnicas de productividad que se aplican corrientemente a tareas como la programación. Muy pronto, muchos descubrieron que las mismas técnicas, con ajustes necesarios, podían mejorar virtualmente todo aspecto práctico de la vida, especialmente los vinculados a la salud y el aprovechamiento del tiempo. El "life hacking" así entendido se refiere a aprovechar lo que comenzamos a descubrir sobre hábitos, condicionamientos y patrones de pensamiento negativos para utilizarlos en nuestro beneficio. Al fin y al cabo,

"Si lo podés desarmar, si podés entenderlo, podés mejorarlo"

La historia de Mark Lesek


La frase anterior pertenece a un hombre de Tasmania llamado Mark Lesek. Tinkerer** por excelencia y director de una compañía de soldadura y corte de materiales, Lesek sufrió hace unos años un accidente de auto que le costó la mayor parte de su brazo derecho. Las prótesis que probó le costaron dinero, tiempo, frustraciones, y problemas en los frentes médicos y técnicos. Encima, le parecían poco confiables y sentía que empezaban a afectar su calidad de vida. Fue entonces cuando decidió ponerse a trabajar él mismo en el asunto. Le ayudó el visualizar su cuerpo como una motocicleta: mucho más compleja que las que solía reparar, seguro, pero la imagen reducía el problema a una dimensión que le resultaba manejable.

Lesek se volcó a Internet, y descubrió un vergel de patentes para brazos mecánicos, algunas de ellas de principios del siglo XX. Con toda esa información, se abocó a reproducir y modificar los diseños. El brazo mecánico que construyó para reemplazar su miembro perdido es resistente y confiable, y le permite tanto realizar tareas pesadas como "sostener una lata de cerveza" como dice en el video a continuación.





Entre los planes a futuro para mejorar el brazo están el de incluir engranajes y materiales más livianos, como la fibra de vidrio. Por supuesto esto beneficiaría potencialmente a todos aquellos que no pueden costear una prótesis electrónica. La historia de Lesek revela sin dudas un caso de dedicación y esfuerzo, pero también de un marco mental correcto para afrontar la adversidad.

Definiciones

* To think out of the box: capacidad de salir del yogur y ver la realidad con ojos nuevos para potencialmente descubrir nuevas soluciones para un problema dado.
** Tinkerer: dícese del desarmador de radios, arquitecto de Rastis y Legos, destructor y reconstructor nato, pesadilla de cuanto artefacto se le ponga enfrente.


Via:  The Automata Blog

viernes, 21 de septiembre de 2012

La ciencia de la gratitud




"¿Se siente agradecido? Escríbalo. Piénselo. Háblelo. Es hora de agradecer, y no sólo podrá entonces esparcir esas vibraciones positivas entre los que lo rodean, sino que encima su salud mejorará."

Un artículo publicado en ABC News resalta la importancia de la gratitud en la vida de todos los días. No sólo por el beneficio sobre nuestras actitudes, ansiedades y relaciones, sino como disparadora de patrones neuronales positivos que pueden tener un impacto directo en nuestro bienestar físico.

En este link de Google Drive (ex Google Docs) encontrarán una traducción personal del artículo, de dos páginas, listo para leer en español.

Incluye un pequeño ejercicio diario para realizar antes de dormir. 



Vía:  abcNews.com

jueves, 20 de septiembre de 2012

Tom Wilson no quiere Volver al Futuro




La película Volver al Futuro forma parte de los mejores recuerdos fílmicos de una generación entera y continúa siendo, en mi opinión, una de las colaboraciones Spielberg/Zemeckis más brillantes y -naturalmente- perdurables. Como prueba mencionamos el éxito del reestreno digital que organizó CinesArgentinos.com en 2011. La movida de Sir Chandler hizo posible que 60.000 argentinos pudieran entrar en una sala de cine para volver a 1985 y disfrutar la peli entre pochoclos, risas y una alta dosis de nostalgia, con o sin camperas inflables.

Uno de los aspectos más logrados de Volver al Futuro era el tono, siempre con una base de humor ligero. Muchos recordamos con cariño a Biff Tannen, el villano interpretado por Tom Wilson, que no dejaba en paz a los McFly donde (o más precisamente, cuando) quiera que estuviesen. Tanto Michael Fox (Marty) y Christopher Lloyd (el Doc) como los más secundarios Crispin Glover (George McFly) y Lea Thompson (Lorraine) continuaron sus carreras en el cine tras su participación en la saga. Pero ¿qué fue de Wilson?

Tras una aparición en la serie Wing Commander a mediados de los '90 (el juego de PC que protagonizaban Mark Hammil y Malcolm McDowell, no la película posterior de Chris Roberts que no he visto pero que aparentemente no merece la pena), en la que interpretaba al piloto "Maniac", Wilson pareció evaporarse del ojo público.

La "magia" del cine tiene esa costumbre de querer invadir la realidad donde los actores y actrices llevan vidas corrientes, invariablemente mucho más complicadas que aquel mundo donde la eterna inocencia de Marty y el Doc, o el patetismo cómico de Biff, coexisten y parecen hasta normales. Uno gusta de pensar que todo el elenco de una de sus películas favoritas de todos los tiempos se lleva de maravillas. Lo cierto, sin embargo, es que comenzaron a surgir rumores sugiriendo que Wilson no apreciaba demasiado la fama rutilante que le había aportado su rol como Biff.

Como para confirmar las versiones, ya en el siglo XXI apareció en YouTube un insólito video donde el mismísimo Tom Wilson hace referencia a las preguntas que debe soportar desde mediados de los '80. Al parecer el actor se ha reinventado como cómico stand-up, y a juzgar por el éxito y lo hilarante de este clip, podemos suponer que mal no le debe ir. Reproducimos abajo la letra en inglés de "The Question Song" para que se pueda seguir el hilo. Además, encontramos allí la opinión de Tom (¿o es más bien Biff en este caso?) sobre una eventual nueva secuela de la serie.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ilusión óptica

¿Cómo crear una animación con sólo dos hojas de papel?

Con una técnica muy ingeniosa y dejando que los ojos hagan el resto, como se muestra en este video.



El pez que quería ser piloto de avión

Tal vez este muchacho (su nombre oficial es Macropinna microstoma) no sea nuestra primera opción para decorar un acuario, y no sólo porque su hábitat son las profundidades abisales donde la luz del sol no llega.

Pienso que también su aspecto de criatura Gigeriana le jugaría un poco en contra. Con esa cabeza transparente, que parece una cúpula de cristal. ¿Y esas dos esferas verdes de ahí adentro? ¿Y esa expresión de melancolía?


La clave para decodificar este pez: lo que parecen ser los ojos, situados arriba de la boca, son en realidad los órganos olfativos, es decir el equivalente a fosas nasales. Los ojos reales son las esferas verdes de adentro, que van montadas sobre tubos con forma de barril (de ahí el nombre común en inglés barreleye) y que al redirigirse pueden monitorear tanto el espacio superior como el frontal. Una panorámica envidiable, como en la cabina de un avión.

Video en Youtube

El curioso Macropinna microstoma fue fotografiado por primera vez en 2004, aunque se lo conocía desde 1939. Se estima que más de 8000 especies de peces están esperando ser descubiertas, muchas de ellas en las profundidades oceánicas, allí donde reina una oscuridad absoluta.


Via: Twisted Sifter

El Sr. Scott estaría interesado


Buen motivo para brindar

En 1994, el físico mexicano Miguel Alcubierre propuso un marco teórico para lo que hasta entonces había sido materia exclusiva de los programas de ciencia ficción, en especial Star Trek/Viaje a las Estrellas: la propulsión warp.

La capacidad warp de la Enterprise era un aspecto fundamental de la serie. Gracias a ella la nave podía viajar a velocidades superiores a la velocidad de la luz, y así visitar los innumerables planetas y sistemas estelares donde Kirk, Spock y Bones vivían sus aventuras. A medida que el programa ganaba popularidad y se reproducía en otros medios, como historietas, libros y merchandising, la sed creciente de los fans por absorber hasta el menor detalle de la vida de sus personajes favoritos y las tecnologías que moldeaban su mundo hizo que muchos de los guionistas de Star Trek se explayaran en mayor o menor medida sobre las características de este viaje FTL (Faster Than Light) ficticio, hasta el punto de describir las igualmente ficticias ecuaciones matemáticas que lo hacían posible.


Miguel Alcubierre
Alcubierre tenía de hecho en mente a la creación de Gene Rodenberry cuando propuso el sistema que lleva su nombre. Según esta teoría, el viaje FTL sería posible mediante la contracción y expansión del espacio-tiempo, efectos que ocurrirían delante y detrás respectivamente de una nave que viajaría dentro de una "burbuja" espaciotemporal. Esto le permitiría evitar los efectos relativistas usuales, como los que tienen que ver con la dilatación del tiempo. De hecho, dentro de la burbuja las cosas serían totalmente normales y sin acción de fuerzas g, ya que la nave no se estaría desplazando con respecto a su entorno sino que avanzaría en perpetua caída libre gracias a la distorsión (warp) del espaciotiempo circundante.

(Nótese que el efecto warp no debe ser confundido con el concepto de "híperespacio" empleado por Star Wars y otras, de bases  completamente distintas).


No debe sorprender si todo lo anterior suena demasiado a ciencia ficción, pero veamos qué dijo el viernes pasado (14 de septiembre) Harold White, un científico del Johnson Space Center de la NASA, durante un simposio sobre viaje interestelar:

"Hay esperanza".

Lo cierto es que los científicos parecen mirar con simpatía la teoría de Alcubierre, salvo que las condiciones prácticas para garantizar viabilidad son inimaginables: la mínima inversión energética que se requeriría para un viaje de estas características equivale a la energía-masa del planeta Júpiter.

Un montón, y eso sin contar otros factores como la radiación de Hawking o el requerimiento de materia exótica. Pero hay buenas noticias.

Recientemente, White calculó qué sucedería si la forma del anillo plano que rodea la astronave se ajustara más a la de una dona redondeada. En ese caso, descubrió, el motor warp podría ser impulsado por una masa del tamaño de la sonda Voyager 1, lanzada por la NASA en 1977.
Y si la intensidad de los warps espaciales pudiera oscilar a lo largo del tiempo, la energía requerida se reduciría aún más.
"Los descubrimientos que presento hoy cambian la situación de impráctica a plausible y digna de merecer más investigación", dijo White a SPACE.com.

Modelo que ilustra la teoría de Alcubierre.
La nave, con forma de pelota de rugby, va en el centro.

Es muy probable que no lo veamos nosotros, pero tal vez algún bisnieto pueda tomarse un taxi algún día y decir, como Kirk, "lléveme a la segunda estrella a la derecha"


Via:  Space.com

viernes, 31 de agosto de 2012

La dulce oscuridad

Cuando tus ojos están cansados
El mundo también lo está.

Cuando tu visión se ha ido
No hay parte del mundo que pueda encontrarte.

Hora de entrar en la oscuridad
Donde la noche tiene ojos
Para reconocer a los suyos.

Allí puedes estar seguro
De que el amor te incluye.

Esta noche,
La oscuridad será tu vientre materno.

La noche te dará un horizonte
más amplio de lo que puedes ver.

Debes saber una cosa:
El mundo fue hecho para vivir libremente en él.

Abandona todos los mundos
Excepto aquel al cual perteneces.

A veces, necesitamos la oscuridad
Y el dulce reducto de la soledad
Para aprender.

Cualquier cosa o persona
Que no te trae a la vida

Es demasiado pequeña para ti.

-- David Whyte, The House of Belonging

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